Continuamos con el número especial sobre biodiversidad y cambio climático de la sección “Investiga, que no es poco”. En esta cuarta entrega, Andy J. Green (Estación Biológica de Doñana-CSIC, Sevilla) nos trae un interesante resumen de un estudio que ha publicado, junto a otros investigadores, en la revista Frontiers in Ecology and the Environment. En él, sus autores muestran cómo el cambio climático interacciona con otras perturbaciones de origen humano que amenazan a los humedales y su biodiversidad, al mismo tiempo que proponen medidas de gestión concretas para mitigar el efecto del cambio climático sobre estos ecosistemas. Con vosotros, ¡¡Andy J. Green!!

Andy J. Green, investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), Sevilla
El cambio climático ya está en marcha y, desgraciadamente, se une a otras amenazas preexistentes para la biodiversidad. En este contexto, voy a tratar de explicar un artículo que hemos publicado recientemente sobre la gestión de los humedales y la interacción o sinergia que existe entre el cambio climático y los problemas de cantidad y calidad de agua que ya afectan a muchos lagos y marismas. La declaración de un espacio protegido no garantiza su conservación, y muchos humedales protegidos están afectados por actividades que tienen su origen fuera de los límites de protección y que dan lugar a procesos de extracción y eutrofización del agua. Poniendo Doñana como ejemplo, la sobreexplotación del agua subterránea para los cultivos de fresa y el turismo de playa está desecando lagunas y reduciendo los aportes de agua en los arroyos de este espacio natural. Las aguas residuales de la población del entorno, así como el suministro de abonos en los cultivos, ha multiplicado la concentración de fósforo en la marisma por diez en solo 15 años. Además, hay sinergia con el cambio climático, ya que el calor y la disminución de las precipitaciones desecan también las lagunas. A ello hay que añadir que, tanto la eutrofización como el calor favorecen brotes de algas tóxicas y/o botulismo, y la dominancia de plantas flotantes que provocan anoxia (falta de oxígeno) en el agua. Afortunadamente, se puede aumentar la resiliencia (capacidad del ecosistema de recuperarse tras una perturbación) de nuestros humedales para hacer frente al cambio climático a través de medidas de gestión local actuando sobre estos mismos factores, creando así un “espacio operativo seguro” para los humedales. Un ejemplo claro consiste en reducir los aportes de nutrientes gracias a la mejora del tratamiento de aguas residuales, lo que puede compensar los efectos del previsible aumento de temperatura sobre los humedales y sus comunidades biológicas.

Grupo de flamencos adultos (Phoenicopterus ruber) en un humedal del Parque Nacional de Doñana, al atardecer. Foto: WWF España.
Artículo completo:
Green, A.J., Alcorlo, P., Peeters, E.T., Morris, E.P., Espinar, J.L., Bravo-Utrera, M.A., Bustamante, J., Díaz-Delgado, R., Koelmans, A.A., Mateo, R., Rodríguez-Rodríguez, M., van Nes, E.H., Scheffer, M. & Mooij, W.M. 2017. Creating a safe operating space for wetlands in a changing climate. Frontiers in Ecology and the Environment, 15 (2): 99–107. DOI: 10.1002/fee.1459.