Iniciamos un nuevo número especial que, en esta ocasión, nos llevará a viajar por esos primeros centímetros que hay bajo nuestros pies. De la mano de nuestra colaboradora Nazaret González Alcaraz, conoceremos el papel tan importante que juegan esas primeras capas de la litosfera en los ecosistemas terrestres. Un paseo por esa “caja negra” tan cercana pero tan desconocida, en la que tienen lugar infinidad de procesos biológicos, físicos y químicos que son imprescindibles para mantener la vida sobre el planeta Tierra. Bienvenidos al fabuloso mundo de los suelos.

Nazaret González Alcaraz es investigadora Marie Curie en el Departamento de Biología & CESAM de la Universidad de Aveiro (Aveiro, Portugal).
El suelo: la maquinaria de reciclaje y producción de la Tierra
Tradicionalmente, el suelo ha sido percibido por los seres humanos tan solo como el soporte físico donde desarrollamos gran parte de nuestra actividad diaria. En efecto, tal definición es correcta, pero la importancia del suelo va mucho más allá del mero “pavimento” de la Tierra. En un sentido más amplio, el suelo es la capa superficial de la corteza terrestre, biológicamente activa, en la que viven infinidad de organismos. Por ello, el suelo es parte fundamental de los ecosistemas terrestres y un recurso vital para el desarrollo de la vida.
Un solo gramo de suelo puede albergar millones de organismos y varios miles de especies de bacterias
El suelo se compone básicamente de minerales, materia orgánica, gases, líquidos y organismos vivos como vegetales, animales, hongos y bacterias. Una de sus características más reseñables es que se trata de un componente dinámico de los ecosistemas terrestres, es decir, en continuo cambio, formado tras muchos años de desintegración y alteración de las rocas por acción del agua, del viento, de los cambios de temperatura o de la actividad biológica. Tales factores van moldeando lentamente las diferentes capas u horizontes, situadas a distintas profundidades, las cuales constituyen el llamado perfil del suelo. Existe una amplia variedad de suelos en función de las rocas de partida, la topografía del terreno, la zona climática o el tipo de vegetación, entre otros muchos factores. Ante tal diversidad, no es de extrañar que exista toda una rama de la ciencia destinada al estudio de los suelos, la edafología.
El suelo es un recurso natural no renovable, ya que puede tardar en formarse una media de 10.000 años

Diversidad de suelos en distintos ambientes. Autor: José Álvarez Rogel.
Un suelo sano significa más beneficios para las personas
Un suelo sano es un suelo vivo, y un suelo vivo es un suelo sano. Esto que nos parece tan obvio, pasa a menudo desapercibido cuando se gestiona el territorio y las actividades que desarrollamos en él. Los suelos saludables son capaces de sustentar la productividad biológica al mismo tiempo que contribuyen a mantener un medio ambiente bien conservado que promueve la salud de las plantas, los animales y los seres humanos. La salud del suelo está directamente relacionada con el mantenimiento de una serie de funciones ecológicas como son la transformación de la materia orgánica, el reciclado de nutrientes, el mantenimiento de la estructura del suelo (forma en la que se agrupan las partículas que lo componen) o la regulación de las poblaciones de organismos vivos que lo habitan. El correcto mantenimiento de tales procesos permite que los suelos proporcionen multitud de bienes, como por ejemplo alimentos, madera o combustibles, y servicios ecosistémicos que hacen posible la vida en la Tierra.
Alrededor del 95% de los alimentos que consumimos se producen directa o indirectamente en el suelo

Servicios ecosistémicos aportados por el suelo. Imagen: FAO, 2015.
Las amenazas del suelo
A pesar de la importancia del suelo para garantizar nuestra supervivencia, se estima que el 33% de los suelos del planeta están afectados por algún tipo de degradación. El ser humano constituye la principal amenaza de los suelos debido, fundamentalmente, a un uso insostenible del territorio como prácticas agrícolas y forestales inadecuadas, actividades industriales, presión turística o expansión de zonas urbanas, pero también debido a fenómenos climáticos extremos favorecidos por factores políticos, económicos y sociales. Entre los principales procesos de degradación del suelo destacan la erosión, la salinización, la compactación, la acidificación y la contaminación.

Causas y procesos de degradación del suelo. Imagen: FAO, 2015.
Se estima que, a nivel mundial la degradación del suelo aumenta a razón de 5-7 millones de hectáreas/año
El siguiente vídeo, elaborado por la FAO en 2015, nos muestra las principales funciones del suelo, así como las amenazas más graves que se enfrentan:
El número especial
Durante los próximos días, publicaremos una serie de posts que nos permitirán conocer algunos detalles del funcionamiento e importancia de los suelos, así como su respuesta frente a la presión ejercida por determinadas actividades humanas. En la primera entrega hablaremos de la importancia que tienen las lombrices en los ecosistemas terrestres y veremos por qué son conocidas como las “ingenieras del suelo”. Este primer capítulo nos permitirá conocer algunas de sus funciones en el suelo y los servicios ecosistémicos en los que intervienen, así como detalles prácticos que pueden ser aplicados en el manejo de los ecosistemas. En la segunda entrada, exploraremos el efecto que tienen las raíces de las plantas en los procesos de erosión del suelo y os hablaremos de la importancia de mantener suelos sanos y ricos en nutrientes para que el desarrollo de las raíces ayude a reducir la erosión del suelo. En el tercer post abordaremos el papel de los suelos de los humedales para depurar de forma natural aguas con alto contenido en nutrientes, como son los nitratos, así como su papel en la emisión de gases de efecto invernadero. Para ello, os explicaremos un experimento en el que sus autores recrearon a pequeña escala humedales típicos de zonas áridas que reciben aguas ricas en nutrientes procedentes de zonas agrícolas. Finalmente, en el último capítulo de este número especial analizaremos algunos de los efectos que la contaminación antrópica, fundamentalmente metales y pesticidas, puede tener sobre las funciones del suelo y las consecuencias que esto puede acarrear.
Así pues, con la esperanza de que encontréis este número especial interesante y útil, os invitamos a permanecer atentos a nuestra web y a mirar desde otra óptica el suelo sobre el que pisamos. ¡Que no pare la Ecomandanga!
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