Volvemos a ponernos en ruta. Y lo hacemos adentrándonos en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, el espacio protegido marítimo-terrestre de mayor superficie y relevancia ecológica de todo el Mar Mediterráneo Occidental europeo. Este parque, con 50.000 hectáreas, 38.000 terrestres y 12.000 marinas, fue el primero con protección tanto marítima como terrestre que se declaró en Andalucía.
Pocos lugares atesoran tantas figuras de protección como esta joya volcánica del Sureste: Parque Natural, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Humedal de Importancia Internacional (RAMSAR), Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM), Reserva de la Biosfera y Geoparque de la UNESCO.
Aunque la experiencia nos dice que más figuras de protección no implican que ésta sea efectiva, en este caso, la situación de especial aislamiento que ha caracterizado al Parque desde principios del siglo XX ha permitido que este enclave natural presente un excepcional estado de conservación. Aunque en los últimos años algunos núcleos de población han experimentado un notable crecimiento urbanístico llegándose a realizar auténticos sinsentidos, el parque mantiene esa esencia que siempre le ha caracterizado: sustrato volcánico, aridez, acantilados litorales, playas vírgenes, formaciones dunares, ricos fondos marinos, salinas costeras, vegetación iberoafricana, fauna adaptada a la escasez de agua dulce y tierra de pescadores y piratas.

El sustrato volcánico, la aridez y la influencia marina determinan el paisaje y la vegetación del Parque Natural del Cabo de Gata – Níjar (Andalucía). Autor: Dani Bruno.
El vulcanismo y la aridez determinan el paisaje y la biodiversidad de Cabo de gata
Dos elementos principales emergen sobre el resto en la conformación del paisaje y la biodiversidad de este espacio único: el vulcanismo y la aridez. Respecto al vulcanismo, el nombre de este espacio natural ya nos da una pista sobre lo que nos vamos a encontrar allí. Y no, nos referimos a que sea como la casa de tu vecino/a del quinto y que esté plagado de gatas o gatos, sino de ágatas que aparecen conformando las rocas volcánicas de la zona y, por lo tanto, daban originalmente nombre al cabo por la abundancia de este elemento mineral en la zona. El sustrato volcánico ocupa dos tercios del parque, también compuesto por basaltos, andesitas, dacitas y riolitas, siendo el sustrato restante margas, calizas y yesos.
La geología volcánica limita las especies vegetales que pueden crecer en la zona. A esto se le une el efecto de la aridez, que todavía restringe más si cabe el tipo de vegetación, ya que se trata de uno de los lugares más secos de España (<200 mm anuales) con temperaturas suaves durante todo el año. Fruto de estas condiciones climáticas tan exigentes y de la interconexión entre esta zona y el Norte de África durante la crisis del Messiniense (época en la que el Mediterráneo sufrió un proceso de desecación casi completo), podemos encontrar diversos iberoafricanismos tanto de flora (por ejemplo azufaifo y cornical) como de fauna (camachuelo trompetero y alondra de Dupont, entre otros), es decir, especies que tienen una distribución restringida al Sur de Europa y Norte de África. Para acabar este cóctel ecológico, en esta zona confluye un nudo de corrientes marinas atlánticas y otras mediterráneas, dando a esta costa unas características únicas.

Mapa geológico del Cabo de Gata donde se ve el carácter eminentemente volcánico del Parque. Autor: Parque Natural Cabo de Gata – Nijar.
Flora y vegetación
El Cabo de Gata se encuentra encuadrado en la unidad biogeográfica murciano – almeriense, la cual presenta un clima subárido con alta humedad ambiental media, elevada evaporación y exposición solar. La vegetación que aquí aparece se encuentra adaptada a las duras condiciones climáticas y a las limitaciones del suelo. Las estrategias para la captación de agua son variadas: desde especies que captan el agua directamente de las nubes mediante condensación en las hojas a otras que desarrollan largas raíces para poder aprovechar al máximo el agua del subsuelo. Estas condiciones tan particulares hacen que haya incluso adaptaciones totalmente locales, que han generado endemismos exclusivos del parque (especies cuyas poblaciones mundiales se encuentran únicamente en esta zona).
Dentro del espacio natural podemos encontrar 4 zonas en función de su vegetación:
Zona árida: engloba las arenas volcánicas, acantilado litoral, dunas, arenales y saladares. En los acantilados litorales podemos encontrar especies adaptadas a la alta salinidad, como el hinojo marino (Crithmum maritimum) y el cambrón,(Lycium intricatum). Además, en las playas, donde pueden llegar restos orgánicos con el oleaje, encontramos la oruga de mar (Cakile marítima). Respecto a las dunas, albergan especies como la algodonosa (Otanthus Maritimus), grama de la arena (Elymus Farctus), barrón (Ammophila arenaira arundinacea), pegamoscas (Ononis natrix) e incluso tarayales de Tamarix boveana y especies halófilas como la saladilla (Limonium delicatum) y la sosa alacranera (Sarcocornia fruticosa.)
Pastizal: también conocido en la zona como “barronal”, en este área destaca el azufaifo (Ziziphus lotus), una planta facilitadora (es decir que ejerce un efecto protector y beneficia a otras especies) bajo la que se ocultan numerosas especies vegetales y animales, lo que resulta clave en una zona con tantas limitaciones climáticas y edáficas. Además, en esta zona podemos encontrar especies típicas como el cornical (Periploca angustifolia), bosquecillos de palmitos (Chamaerops humilis) y espinos negros (Rhamnus lycioides) que alternan con bolagas, tomillares, efedras, retamas, orovales y otras especies que le dan su marcado carácter iberoafricano. Además, es aquí donde tenemos endemismos almerienses como la zamarrilla del Cabo (Teucrium charidemi) o la clavellina del Cabo (Dianthus charidemi), e incluso una especie de planta cuya distribución mundial se restringe al parque natural como es el dragoncillo del Cabo de Gata (Antirrhinum charidemi), el cual se encuentra en peligro crítico de extinción.
Estepas: se corresponde con la zona de matorral, ramblas y barrancos y bosque bajo espinoso. Esta zona es la que ha sufrido una mayor degradación por parte del ser humano (debido principalmente a talas y quemas) por lo que aparecen especies adaptadas o promovidas por la presencia humana como son el espartal (Stipa tenacissima), aliagas (Launaea arborescens y Ulex parviflorus), tomillares (Thymus spp.), chumberas (Opuntia ficus-indica), pitas (Agave americana), higueras (Ficus carica), olivos (Olea europaea) y almendros (Prunus dulcis).
Huertas: Esta vegetación la podemos encontrar alrededor de algunos núcleos de población (como Fernán Pérez, Aguamarga, Las Hortichuelas y Pozo de los Frailes) donde el agua de los manantiales junto con la sombra de las montañas y el cultivo tradicional han favorecido la aparición del mayor “oasis verde” del parque, en el que podemos encontrar ejemplares de olmo (Ulmus minor), encinas (Quercus ilex), algarrobo (Ceratonia siliqua), castaño (Castanea sativa), nogal (Juglans regia), pinos (Pinus halepensis y Pinus pinea), eucaliptos, olivos, higueras, palmeras y como no podría ser de otra forma, una gran variedad de frutales y árboles de regadío entre los que domina el naranjo.

Vegetación adaptada al suelo volcánico, la aridez y la salinidad que domina el paisaje del Parque Natural del Cabo de Gata – Níjar (Andalucía). Autor: Dani Bruno.
Tras esta pequeña introducción, os recomendamos que si os gusta la botánica, visitéis el peculiar jardín botánico del albardinal en el pueblo de Rodalquilar.
Fauna
Un apartado especial merecen las aves que pueden ser vistas en este espacio natural. En concreto, en la zona de las Salinas de Cabo de Gata se han contabilizado más de 100 especies de aves distintas, siendo un 70% de este número aves que utilizan este espacio como lugar de descanso en su periplo migratorio. Una de las mayores atracciones de estos humedales es el gran número de flamencos rosados, o flamenco común (Phoenicopterus ruber), que se pueden observar. En verano la colonia puede llegar a estar formada por miles de individuos, mientras que solo unos centenares pasan aquí todo el año. Las salinas de Cabo de Gata son las únicas que permanecen en actividad industrial en Andalucía Oriental y, aparte de su valor productivo – unas 40.000 toneladas anuales de sal – poseen un gran valor ecológico dado que es el hábitat de multitud de especies animales como avocetas (Recurvirostra avosetta), cigüeñuelas (Himantopus himantopus) o chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus).

Flamencos alimentándose al atardecer en las salinas del Cabo de Gata. Autor: Dani Bruno.
Más allá de estos ecosistemas acuáticos, el resto del Parque puede parecer a primera vista prácticamente un desierto, con escasa biodiversidad. Pero nada más lejos de la realidad. Una vez nos adentramos en este vasto territorio (siempre con el máximo respeto hacia la naturaleza), nos encontramos con grandes llanos, dunas, ramblas y barrancos que están tapizados de espinares, palmitares, espartales y hasta incluso podemos encontrar pequeños manantiales que suponen un verdadero oasis de vegetación, aunque su estado depende en gran medida de la época del año. Esta variedad de paisaje y vegetación nos llevan a una comunidad faunística variada, donde las aves vuelven a ser protagonistas: collalbas negra (Oenanthe leucura) y rubia (Oenanthe hispanica), alcaravanes (Burhinus oedicnemus), gangas ortegas (Pterocles orientalis), o rapaces como el águila perdicera (Aquila fasciata) o el búho real (Bubo bubo) resultan los elementos más significativos.
Además, en los acantilados costeros se asientan importantes colonias nidificantes de gaviota patiamarilla (Larus michahellis), no siendo rara la presencia del paíño común (Hydrobates pelagicus), el ave marina más pequeña de Europa. Estos acantilados son también visitados por el cormorán grande (Phalacrocorax carbo), cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis), alcatraz (Morus bassanus), halcón de Eleonora (Falco eleonorae), pardela cenicienta (Calonectris diomedea), águila pescadora (Pandion haliaetus), gaviota sombría (Larus fuscus), gaviota de Audouin (Ichthyaetus audouinii) y alca común (Alca torda), entre otras especies.

Acantilados volcánicos cerca de la Vela Blanca (Cabo de Gata). Autor: Dani Bruno.
La fauna terrestre del parque se completa con una buena representación de reptiles como el eslizón tridáctilo (Chalcides striatus), víbora hocicuda (Vipera latastei), culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), culebra de escalera (Rhinechis scalaris), galápago leproso (Mauremys leprosa), y mamíferos como el erizo moruno (Atelerix algirus), musarañita (Suncus etruscus), zorro (Vulpes vulpes), comadreja (Mustela nivalis), tejón (Meles meles) y gineta (Genetta genetta).
Biodiversidad marina
Entre las plantas acuáticas cabe destacar las praderas de Posidonia oceanica más extensas de Andalucía, planta que mejora la calidad del agua mediante la oxigenación de la misma. Esta planta endémica del mar Mediterráneo puede verse en esta zona a partir de los 15 metros de profundidad siendo el hábitat de multitud de especies y, además responsable en gran parte de la enorme biodiversidad marina de la zona. Así, entre sus hojas y tallos viven y se refugian crustáceos, multitud de moluscos, cefalópodos, equinodermos como las estrellas de mar, alevines de numerosas especies de peces y hasta hace poco la nacra (Pinna nobilis), un bivalvo gigante que puede alcanzar el metro de longitud y que actualmente no pasa por su mejor momento.
Más allá de las praderas de Posidonia, los fondos arenosos son los más abundantes en esta zona, tratándose mayoritariamente de sustratos limosos colonizados por algas fanerógamas entre las que destaca Cimodocea nodosa. Camuflados bajo la arena aparecen las coquinas (Donax trunculus), chirlas (Chamelea gallina) y otros moluscos bivalvos. De estos fondos destacan los peces planos como el lenguado (Solea solea) que se ocultan en la arena desde solo podremos observar sus atentos ojos. Finalmente destacar que en fondos y paredes rocosas destaca la presencia de coral anaranjado (Astroides Calycularis) que en el pasado fue altamente esquilmado para ornamentación o coleccionismo.

Fondos rocosos y arenosos en el arrecife en la playa de Mónsul. Foto: Dani Bruno.
Respecto a los peces que podemos encontrar en el parque, las especies más reconocibles son mero (Epinephelus marginatus), abadejo (Pollachius pollachius), lubina (Dicentrarchus labrax), melva (Auxis thazard thazard), dentón (Dentex dentex), sargo (Diplodus sargus sargus), verrugallo (Umbrina cirrosa), morena (Muraena helena), pez músico (Macroramphosus scolopax), cabracho (Scorpaena scrofa), salmonete de roca (Mullus surmuletus), lecha (Seriola dumerili), sepia (Sepia officinalis) o pulpo (Octopus vulgaris). Resaltar que la pesca submarina está totalmente prohibida y la simple tenencia de útiles para esta actividad puede conllevar una sanción dentro del Parque Natural. Con respecto a los mamíferos marinos, no resulta rara la presencia de calderones (Globicephala melas) o del delfín listado (Stenella coeruleoalba).
Pueblos con encanto
Un Parque Natural no puede concebirse sin tener en cuenta las gentes que lo habitan y las actividades que tradicionalmente han sido su sustento. Si algo mantiene la esencia de Cabo de Gata son sus pequeños pueblos de origen pesquero, hoy en gran medida reorientados al turismo pero sin alcanzar las aglomeraciones de gente de otras zonas del litoral mediterráneo. Historias de pesca tradicional y piratas se entrelazan para crear un ambiente peculiar donde el tiempo parece discurrir más despacio. Desde el ambiente esencialmente marinero de Las Negras, Aguamarga o la Isleta del Moro, pasando por la fiebre del oro de las minas de Rodalquilar, a las casas colgadas de los acantilados de los Escullos (donde el efecto de la erosión es muy visible creando estructuras reticulares – en forma de red – de gran belleza). La agricultura también tiene su espacio, encontrándose, entre otras cosas, curiosas plantaciones de Aloe vera y “pitas”, nombre con el que se conoce al ágave (Agave americana) en la zona. Finalmente, resaltar que el nudismo es habitual en numerosas playas del Parque, por lo que es un buen destino para los amantes del moreno integral y el baño “al natural”.

Castillo de San Felipe sobre las erosiones de Los Escullos. Foto: Dani Bruno.
Numerosos alojamientos para todos los bolsillos y gustos salpican los pueblos del Parque Natural. La gastronomía, muy centrada en el pescado fresco y el marisco, es un atractivo adicional que no hay que dejar escapar. Y además, ya para redondear, la provincia de Almería tiene una larga tradición de tapas, por lo que no será extraño que nuestra consumición la acompañe algún ágape de la tierra que nos haga sentir en nuestro paladar el auténtico sabor del Cabo de Gata.

Poblado de la Fabriquilla, al atardecer, junto a las salinas. Camino del inicio de la excursión (Faro de Cabo de Gata). Foto: Dani Bruno.
La ruta: Faro de Cabo de Gata – Playa de Mónsul
La ruta que hoy os recomendamos parte del faro de Cabo de Gata, donde un paisaje de los que quitan el habla recibe al visitante: el famoso arrecife de las sirenas conformado por chimeneas volcánicas. Toda la senda transcurre de Oeste a Este por la costa del Parque, por lo que el gran azul nos acompañará desde principio hasta el fin del recorrido. El camino es sencillo y cómodo, pero se recomienda hacerlo fuera de la temporada de verano. La ruta pasa por diversas calas, entre las que destacan cala Carbón, Media Luna y Mónsul. Esta última es una de las más famosas del parque con espectaculares erosiones de lava que caen al mar, una duna fósil y arena fina. Ha sido escenario de películas tan conocidas como Indiana Jones y la última cruzada.

Arrecife de las Sirenas junto al faro de Cabo de Gata. Autor: Dani Bruno.
Esta ruta es conocida como el Sendero de la Vela Blanca debido al promontorio por el que se pasa al principio, el cual es un antiguo volcán submarino, y cuyo nombre se debe a que en su base se encuentra una duna blanca fosilizada con forma de vela que contrasta con el color oscuro del acantilado volcánico.

La Vela Blanca, Cabo de Gata. Autor: Dani Bruno.
Si se desea alargar la ruta, se puede llegar a la playa de los Genoveses, una gran bahía que recibe su nombre por las 200 naves genovesas que estuvieron más de dos meses acampadas a la espera de atacar y recuperar la ciudad de Almería tras haber sido tomada por piratas berberiscos en 1147. Otra efeméride importante es que aquí se agrupó el ejército de la Armada Española, compuesta por más de 300 barcos y 30.000 hombres, antes de iniciar el camino a la Batalla de Lepanto en 1571.

Final de la ruta: playa de Mónsul con las formaciones de lava erosionadas en primer plano y la duna fósil al fondo de la imagen. Autor: Dani Bruno.
Datos técnicos
Ruta: Faro de Cabo de Gata – Playa de Mónsul (ida y vuelta).
Distancia: 14 Km
Desnivel acumulado: 800 metros (400 de subida y otros tantos de bajada).
Nivel: Medio. Evitar el verano. Llevar agua abundante en cualquier época del año (falta de fuentes naturales). Transcurre por una carretera/pista cerrada al tráfico durante prácticamente todo el recorrido.
Acceso: Al faro se accede por la parte occidental del Parque pasando por las salinas que bien merecen una parada para la observación de aves (a lo largo de la carretera hay algunos puestos de observación habilitados y un pequeño parking para dejar el coche).

Playa de Mónsul, Cabo de Gata (Andalucía). Autor: Dani Bruno.
El Mediterráneo nos guarda numerosos rincones que se han salvado en gran medida de la especulación urbanística que asoló nuestro litoral. Rincones como este o el Cabo Tiñoso, otro lugar del que os hablamos en un post anterior, conforman una valiosa red de espacios protegidos que tras nuestra visita deben quedar igual de intactos que a nuestra llegada.
Nos vemos en las sendas!
Entrada escrita por Daniel Bruno, Félix Picazo y Tano Gutiérrez