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Miguel Matias: la península ibérica como laboratorio para el estudio del cambio climático

Hoy, nuestra colaboradora Isabel Fernandes nos trae una entrevista a Miguel Matias, un científico portugués que estudia el impacto del cambio climático en las aguas dulces de la Península Ibérica. Esta entrevista forma parte del especial EM sobre Portugal.

Miguel Matias: el cambio climático en la Península Ibérica

 El cambio climático es una de las amenazas más grandes que sufre nuestro planeta. No solo porque vaya a afectar a la biodiversidad, sino porque nos afectará directamente, ya que se esperan impactos negativos en nuestra economía, salud y bienestar. Estos procesos se desarrollan a través de distintos mecanismos y afectando a distintos hábitats, siendo los ecosistemas acuáticos unos de los más vulnerables. Y es que se espera que el cambio climático modifique los patrones de lluvia y temperatura, lo que sin lugar a duda afectará directamente a nuestros ríos, lagos y otro tipo de sistemas de agua dulce, de los cuales dependemos totalmente ya que el agua es esencial para nuestra vida y para actividades que nos sustentan, como la agricultura y la ganadería.

Por suerte, algunos investigadores trabajan muy duro para averiguar cómo el cambio climático puede afectar a estos ecosistemas de agua dulce y, por tanto, a nuestras vidas. Hoy tenemos el placer de presentar a Miguel Matias, investigador Ramón y Cajal en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC, Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en Madrid. Miguel nos va a hablar de su proyecto IberianPonds, un experimento sin precedentes que pretende estudiar los impactos del cambio climático en los ecosistemas ibéricos de agua dulce. Portugués, nacido en Lisboa, podría haber sido periodista según las pruebas escolares de aptitud, ¡pero la ciencia tiraba más! Y en particular, todo aquello que tenga que ver con la vida acuática.

¡Con todos ustedes, Miguel Matias!

Miguel Matias (Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC). Autor: Pedro Faísca.

Miguel, háblanos un poco de tu carrera profesional, ¿qué te llevó primero a la ciencia y después a Madrid?

Curiosamente, yo quería ser periodista hasta 9º (equivalente a 3º ESO), pero cuando tuve que escoger qué estudios cursar, sufrí una crisis existencial, que me acabó dirigiendo hacia las ciencias. Así, acabé escogiendo biología, lo que sorprendió a muchos, ya que las pruebas de aptitud sugerían periodismo como carrera idónea. Por aquel entonces, me marché a las islas Azores a cursar biología, porque lo que más me gustaba era la oceanografía. Me gustaba la idea de trabajar con satélites, mapas y temas globales, aunque con el tiempo me interesé más en la biología experimental. Después de la carrera, me fui a Inglaterra a cursar un máster de Biología Marina y fue allí donde coincidí con el que después sería mi director de tesis, que justo se estaba mudando a Sidney (Australia). Fue en ese momento cuando me convenció para hacer el trabajo de fin máster con él en Australia. Así que fui allí por seis meses ¡y al final estuve 4 años! En ese periodo hice mi tesis doctoral sobre ecología intermareal (el ecosistema afectado por las mareas), que acabó siendo extremadamente interesante a la par que intensa.

Más adelante me apetecía hacer cosas distintas, una ecología más general, y fue entonces cuando me trasladé a la Universidad de Montpellier (Francia) para trabajar experimentalmente con bacterias y teoría ecológica. Finalmente, y después de tanto viaje, aterricé en el Museo de Ciencias Naturales en Madrid. Con el tiempo, mi inquietud me ha llevado a seguir explorando nuevos aspectos de la ecología, así que quise trabajar con personas que exploraban la vida desde perspectivas todavía más amplias, es decir mirando la ecología a escalas regionales o incluso globales. Aquí aparece mi primer contacto con la ecología de agua dulce y con las charcas – eso sí, ¡siempre sin salir del medio acuático! De esta manera, aproveché para elaborar un proyecto totalmente experimental donde combiné escalas regionales y globales. Ahora me encuentro en una fase de madurez, con una mayor estabilidad y, si funciona bien, me gustaría quedarme en Madrid.

En los últimos años has trabajado en un proyecto llamado IberianPonds, donde intentas explorar los efectos del cambio climático en las aguas ibéricas, ¡cuéntanos más de este proyecto!

IberianPonds es un proyecto multidisciplinar donde intentamos combinar distintas aproximaciones para explorar cómo van a responder los ecosistemas acuáticos al cambio climático. El enfoque multidisciplinar es esencial para responder a este desafío porque necesitamos incorporar distintas escalas de complejidad biológica para entender lo que sucede, desde aspectos moleculares, como cambios en los genes, hasta niveles de organización mayores como los cambios en organismos, poblaciones o comunidades de organismos.

IberianPonds es la marca que creamos para referirnos a nuestro sistema experimental a escala ibérica, donde obviamente Iberian viene de Península Ibérica y Ponds (charcas, en inglés) de nuestro sistema de estudio. El proyecto lo coordinamos tanto yo como Miguel Araújo, que también está en el Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid y en la Universidad de Évora. IberianPonds es un proyecto que surge de una combinación de perspectivas complementarias, de una persona que hace ecología a escala global (macroecología) y que está acostumbrada a trabajar con grandes bases de datos recogidos de muchas fuentes, y de otra persona, que es mi caso, que siempre ha generado sus propios datos de forma experimental.

Este contraste de aproximaciones es el alma del proyecto y es lo que está ofreciendo un enfoque novedoso. Es un desafío personal muy grande porque tenemos que lidiar con puntos de vista totalmente distintos, pero al final merece la pena.

IberianPonds pretende estudiar el impacto del cambio climático en los ecosistemas acuáticos

Charcas en Jaca (Huesca). Foto: Miguel Matias

IberianPonds tiene 6 zonas experimentales entre Portugal y España ¿por qué estas zonas en concreto?

Cuando comenzamos el proyecto teníamos la intención de cubrir toda la Península Ibérica. Pero una cosa es la idea inicial del proyecto y otra es la cantidad de dinero y de los recursos humanos de la que disponemos. Nuestra idea era recoger los extremos ambientales de la península, simplemente para validar nuestro sistema experimental, y que esto se pueda trasladar en un futuro a proyectos más ambiciosos.

Finalmente, decidimos establecer 6 zonas experimentales que era lo que nos permitía la financiación que teníamos en aquel entonces. Para nosotros era muy importante, independientemente de la selección de sitios que hiciéramos, que tuviéramos dos localidades que representaran cada uno de los tres tipos de clima que hay en la península. Por ejemplo, para representar zonas muy cálidas y áridas, pensamos en el sur de España y Portugal, por lo que nos centramos en Murcia y Toledo. Después, lo opuesto serían zonas montañosas. ¡Y cuando decimos montañas no nos referimos a los 3500 m de los Pirineos! Nos referimos a montañas más bajas, pero lo suficientemente altas como para que haya nieve y hielo en invierno. Además, quisimos recoger dos zonas mediterráneas a medio camino entre montaña y zonas áridas, que eran Évora y Oporto. De esta manera pudimos cubrir las distintas zonas climáticas dentro de nuestras limitaciones presupuestarias.

Otra limitación es que una estación con charcas experimentales tampoco se puede situar en cualquier sitio. Por eso tuvimos que situarlas en zonas protegidas como el Paisaje Protegido de San Juan de la Peña en Jaca, y el Parque Nacional de Guadarrama en Rascafría. Tenemos dos estaciones experimentales del CSIC, una en Santa Olalla, cerca de Toledo, y otra en Santomera, cerca de Murcia. Además, tuvimos la suerte de encontrar otras dos universidades, la Universidad de Évora y la Universidad de Porto, donde también instalamos charcas experimentales. Así que tuvimos al final conseguimos disponer de los sitios adecuados para poder representar el gradiente de temperatura (al menos los extremos) de la Península Ibérica.

 

Distribución de las charcas a lo largo de un gradiente térmico en la Península Ibérica. Paisaje Protegido de San Juan de la Peña (Jaca, España); Parque Nacional de Guadarrama (Rascafría, España); Finca la Higueruela-MNCN/CSIC (Santa Olalla, España); Finca la Matanza-CEBAS/CSIC (Santomera, España); Universidad de Évora (Évora, Portugal); Universidad de Porto (Vairão, Portugal). Imagen: Miguel Matias.

Cuéntanos algunas de las peripecias que habéis vivido durante las campañas de muestreo

La peripecia más divertida, y que por poco no acabó en tragedia, ocurrió en el primer viaje que hicimos y tiene que ver con la entrega de uno de los recipientes que usamos como charca experimental. De hecho, todas las entregas son siempre una aventura, pero esta tenía lugar en Peñalara, en la sierra de Guadarrama.

El conductor del camión encargado de transportar las charcas, un vehículo de gran longitud y bastante pesado, iba siguiendo las instrucciones del GPS en vez de las que le habíamos dado. Así que el GPS metió al conductor por una carretera muy pequeña de montaña donde no estaban permitidos los camiones y tras un despiste del conductor, el cambión acabó cayendo a un riachuelo. Y de hecho tenemos fotografías de todo lo que pasó. La parte “divertida” fue que la persona que esperaba al camionero nos mandó una foto del camión dentro del río y nos dijo “no os preocupéis, vuestras charcas están bien” a lo que yo respondí muy angustiado “¿el conductor está bien?” y me dijeron, “sí, sí, él también ha sobrevivido”. Ahora tiene gracia porque salió bien y nadie sufrió daños, pero el proyecto estuvo a punto de empezar con muy mal pie.

En 2017 tuvimos uno de los veranos y otoños más cálidos y secos de los últimos tiempos en Portugal y España, y se prevé que la Península Ibérica se va a ver particularmente afectada en el futuro por este tipo de situaciones. De acuerdo con vuestros experimentos, ¿cómo crees que responderá la biodiversidad al cambio climático?

Existen básicamente dos escenarios de cambio climático para la Península Ibérica, que causarán efectos importantes en los ecosistemas acuáticos. En el primero, el clima de la Península sería más árido y cálido, algo parecido al sur de Italia o Grecia. En el segundo escenario, ocurriría más bien un desplazamiento del clima del sur al norte, lo que podría ser considerado como una tropicalización, por la que la península ibérica tendría un clima mucho más parecido al de Marruecos y otras zonas del norte de África. En este escenario, el clima se volvería más cálido pero no necesariamente más seco, ya que podrían producirse grandes precipitaciones, y muchas de ellas ocurrirían de forma torrencial e inesperada.

En nuestro proyecto estamos simulando estos dos escenarios, pero no tenemos datos para predecir cuál de los dos es más probable. Ahora, desde el punto de vista teórico, lo que va a suceder es muy simple: muchos de los hábitats acuáticos de la Península, lagos, ríos, charcas, etc. van a desaparecer. ¿Por qué? Porque si muchos de ellos tenían agua solo durante una parte del año, puede que este periodo se reduzca todavía más. Los últimos años han sido muy secos, y esto se hace más visible en zonas como Murcia y Almería donde hay ríos en los que no ha corrido el agua en los últimos 3 o 4 años.

Tenemos que ser muy pragmáticos y asumir que algunos de los ambientes acuáticos del sur de la Península dejarán de existir, y tenemos que centrarnos en qué ocurrirá con los ambientes acuáticos que sobrevivan. Pero este no es el único problema. Una de las cosas que se está observando en otros lugares es que los ecosistemas acuáticos se trasladan de unas zonas a otras, es decir, aunque desaparezcan en determinadas áreas hay otras en las que aumenta la presencia de ríos, lagos, charcas, etc. y todo esto tiene implicaciones muy importantes a la hora de preservar la biodiversidad y los beneficios que nos aporta, por lo que tendremos que analizar bien cómo gestionar esa situación.

Algunos ambientes acuáticos ibéricos desaparecerán, y tenemos que centrarnos en aquellos que sobrevivirán

Kasia, una de las investigadoras del proyecto, recogiendo muestras en una charca en Toledo. Foto: Miguel Matias.

La Península Ibérica alberga una gran biodiversidad y es la región de Europa con una mayor cantidad de endemismos. Ahora sabemos que todos estos organismos podrían verse seriamente afectados por el cambio climático. ¿Por qué nos debería preocupar la pérdida de biodiversidad ibérica?

Desgraciadamente, nuestra sociedad no valora lo suficiente el patrimonio natural que tenemos en la Península Ibérica y, por lo tanto, no es una de las principales prioridades a nivel político. Nuestra percepción científica es que existe una relación estrecha entre la biodiversidad de un sistema y su capacidad de resistir alteraciones.

Se está hablando mucho de los servicios de los ecosistemas, pero uno de los servicios base de los ecosistemas es su estabilidad, es decir, la capacidad de mantener un funcionamiento similar a lo largo del tiempo. La pérdida de biodiversidad va a afectar negativamente a la estabilidad de servicios como la autodepuración de las aguas, la producción de biomasa o la pesca fluvial.

Estos procesos están determinados en gran medida por el número y el tipo de especies presentes, por sus características y por su distribución espacial y temporal que, en conjunto, definen la biodiversidad. La cuestión de por qué es importante preservar la biodiversidad se debe, sobre todo, a que no sabemos exactamente cuál es la función precisa de cada especie y es más sencillo preservar un conjunto que arriesgarse a perder una pieza esencial.

La pérdida de biodiversidad va a afectar negativamente a la estabilidad de servicios como la autodepuración de las aguas, la producción de biomasa o la pesca fluvial.

Además de la comunidad científica, imagino que queréis llevar vuestros resultados al público general, ¿cómo estáis difundiendo IberianPonds al gran público?

¡Para nosotros es muy importante! Además, es muy gratificante porque damos visibilidad al proyecto, y también mostramos a la sociedad la utilidad de la inversión que se hace en investigación. Nosotros somos conscientes de que somos unos privilegiados. No solo por contar con la financiación, sino también por poder hacer ciencia con dinero público y por poder contribuir a cambiar el mundo.

Por este motivo, además de publicar trabajos científicos, también hemos hecho un gran esfuerzo por conectar con las poblaciones de cada una de las zonas experimentales. No es nada fácil porque no disponemos de personal en todos los sitios. Lo que intentamos hacer desde el principio es usar las charcas experimentales como plataforma para la diseminación del proyecto. Las charcas son una importante plataforma didáctica porque muestran algo tangible. Es fácil mostrar con tus propias manos cómo se pueden recoger los individuos de las especies que las colonizan y cómo son las charcas.

Por lo tanto, en algunos sitios, hacemos un esfuerzo continuo para transmitir los resultados a los visitantes. Por ejemplo, hemos situado mesas informativas en los parques naturales donde hemos instalado las charcas para facilitar que los visitantes se informen del proyecto. Consiste en un póster explicativo del proyecto diseñado para un público general.

También hemos hablado con los municipios, como en Toledo, y hemos conseguido que organicen visitas a las charcas. En estas ocasiones, intentamos estar presentes para poder explicar de primera mano el objetivo y en qué consisten estos experimentos. Así, mostramos un ejemplo de cómo se recogen los organismos, qué significan los distintos colores del agua, etc.

Grupo de visitantes en las charcas de Toledo. Foto: Rebbeca Kordas.

Durante tu carrera científica, te fuiste de Portugal a Inglaterra, después a Australia, de ahí a Francia, Inglaterra de nuevo, y finalmente estás entre Portugal y España. Después de esta experiencia, ¿cómo ves la investigación en Portugal?

Soy bastante crítico con la gran volatilidad que hay en las prioridades, las leyes y la burocracia en la ciencia portuguesa. Desde que empecé en ciencia, hemos tenido cuatro gobiernos diferentes de distintos colores políticos. Y los problemas no se pueden atribuir a un partido ni a una persona, porque las personas cambian y los problemas continúan.

Lo que más me preocupa es la incertidumbre a todos los niveles. La incertidumbre en la convocatoria de plazas y la financiación supone un gran obstáculo para un país que no tiene una gran capacidad para competir al más alto nivel. En los últimos años, he visto como muchas personas de mi entorno que trabajan como investigadores en Portugal están totalmente desmoralizadas con el consiguiente riesgo de abandono de la carrera científica

Existe una sensación general de que las cosas no van a mejorar y eso acaba por ser un círculo vicioso: las personas se vuelven menos productivas, más competitivas y probablemente se reducen las sinergias y las interacciones positivas, creando un ambiente muy negativo.

La incertidumbre en la convocatoria de plazas de investigación y la financiación de proyectos supone un gran obstáculo para Portugal

Póster interpretativo en las charcas de Toledo. Foto: Rebbeca Kordas.

¿Cómo es Miguel?

Una Comida: Arroz, arroz, arroz…
Una Ciudad: Lisboa.
Un paisaje: Monte Fitz Roy (Patagonia).
Un disco/canción: August and Everything After (Counting Crows, 1993).
Algo que te preocupe: No tener tiempo para leer.
Algo que eches de menos: Pasar los veranos en Ericeira.
Una frase/cita: «¿Quién es más tonto, el tonto o el tonto que lo sigue?» (Obi-Wan Kenobi, A New Hope, Star Wars).