En una de las sagas más taquilleras de la historia del cine, Los Vengadores, Thanos es un villano que quiere aniquilar a la mitad del universo. Sus motivos son bastante razonables: quiere evitar el colapso del universo debido a la sobrepoblación, como le pasó a su planeta natal, Titán. A pesar de que las medidas que propone Thanos son un tanto drásticas, sí que tienen su lógica, pues los recursos son finitos y somos muchos. Los humanos hemos desarrollado una capacidad extraordinaria para utilizar los recursos de nuestro entorno de una forma inalcanzable para ninguna otra especie que viva o haya vivido en nuestro planeta (que sepamos). Esto nos ha llevado a colonizar y explotar todos los ambientes de la Tierra, incluyendo los más remotos, lo cual ha tenido y sigue teniendo graves consecuencias para nuestro planeta.
Como decía el tío Ben a Peter Parker en Spiderman, “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Como respuesta a la evidencia del impacto humano sobre el medio ambiente, se han creado varios paneles intergubernamentales para evaluar el estado de los ecosistemas y hacer recomendaciones para establecer políticas que permitan una mayor armonía entre ser humano y la naturaleza. Evidentemente, existen otros escenarios alternativos al que propone Thanos, en los que no es necesario aniquilar a media humanidad, y algunos de ellos se encuentran resumidos en el reciente informe elaborado por la Plataforma Intergubernamental para la Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, por sus siglas en inglés). Hoy, nuestro nuevo colaborador Pol Capdevila, nos hace un resumen de los principales resultados del informe del IPBES publicado el 6 de mayo de 2019 y realizado por unos 150 expertos de 50 países distintos.

Pol Capdevila Lanzaco
Las especies se extinguen a un ritmo sin precedentes
Ficción aparte, ¿cuánto daño hemos hecho? Ciertamente, el último informe del IPBES no invita precisamente al optimismo. Alrededor de 1 millón de especies de plantas y animales están en riesgo de extinción. Además, parte de estas especies podrían desaparecer en solo unas pocas décadas. Nada escapa a este riesgo, y este proceso de extinción afecta tanto a ecosistemas terrestres como acuáticos. Como ejemplos bastante representativos, las poblaciones de grandes vertebrados que una vez habitaron todo el planeta y que hoy se encuentran en declive, o los arrecifes de coral, cuya superficie se ha reducido aproximadamente a la mitad desde 1870.
Otro de los puntos más alarmantes del informe es la velocidad a la que esto está ocurriendo. Las tasas de extinción de las especies que estamos observando hoy en día son entre diez y cien veces mayores que la media de los últimos diez millones de años. Sin embargo, esto no es todo, y el ritmo al que las especies desaparecen sigue aumentando a medida que pasa el tiempo, lo que hace muy difícil estimar cuánto tiempo de reacción tenemos para frenar esta pérdida de biodiversidad.

Foto combinada del mismo arrecife de coral en Samoa, diciembre 2014 y febrero 2015. Autores: THE OCEAN AGENCY / XL CATLIN SEAVIEW SURVEY
¿Cuáles son las causas?
A pesar de que la crisis climática o el aumento de la contaminación por plásticos parecen tener una mayor atención mediática, la pérdida de hábitat es la principal causa de desaparición de las especies. Según el informe, cerca de un 75% de los ecosistemas terrestres y un 66% de los océanos han sido alterados por los humanos, mientras que más del 85% de los humedales han desaparecido. Esta pérdida de hábitat está principalmente relacionada con su uso para producción de alimentos y para la extracción de petróleo o madera. Por ejemplo, el área forestal mundial es hoy un 68% menor que antes de la revolución industrial.
La cosa no acaba ahí, la sobreexplotación directa de los recursos animales y vegetales (a través de la pesca, caza y explotación forestal), es la segunda mayor causa de pérdida de diversidad. Por ejemplo, en los ecosistemas marinos, un 33% de los recursos se encuentran sobreexplotados (datos de 2015).
El cambio climático también juega un papel muy importante en la pérdida de especies. El informe explica que un 5% de las especies estarían en peligro de extinción si se produjera un aumento de 2ºC con respecto a niveles preindustriales, lo cual se espera que ocurra en unas pocas décadas.
Finalmente, otras de las mayores causas de pérdida de biodiversidad incluyen la contaminación y las especies invasoras. Por ejemplo, la contaminación por plásticos en el medio marino es diez veces mayor hoy que en 1980, afectando por lo menos al 86% de las tortugas marinas, un 44% de aves marinas y un 43% de los mamíferos marinos. Por otro lado, se estima que la abundancia de especies autóctonas, tanto plantas como animales, ha disminuido un 20% en la mayor parte de los ecosistemas terrestres debido a la presencia de especies invasoras propagadas por el ser humano.

Jungla quemada para agricultura en el sur de México. Foto: Jami Dwyer. Public Domain.
¿Cuáles son las consecuencias de la pérdida de diversidad?
Estos hechos no son solo alarmantes por la pérdida de especies en sí, sino por las consecuencias que tiene para el funcionamiento de los ecosistemas y para nuestro bienestar, ya que dependemos de los recursos y servicios de los ecosistemas. Por ejemplo, se espera que la pérdida de biodiversidad tenga consecuencias nefastas para la provisión de recursos alimentarios en todo el planeta. El informe refleja que, en 2016, ya se habían extinguido por sobreexplotación 559 de las 6.190 razas y variedades de mamíferos empleados como alimento o en tareas agrícolas (es decir, alrededor del 9%), y al menos unas 1.000 están amenazadas a día de hoy.
Otro problema es que la pérdida de diversidad en los cultivos también disminuye su resistencia al cambio climático, las plagas y los patógenos. Además, la alteración de los hábitats costeros y arrecifes de coral reducen la protección de las costas, incrementando el riesgo de inundaciones y aumentando el efecto de los huracanes. No es un tema menor, pues se estima que esto podría afectar a más de 100 millones de personas que viven en zonas costeras.
¿Y ahora qué? ¿Qué recomienda el IPBES?
Podríamos resumir lo que nos viene a contar el informe del IPBES en un contundente y escueto “la hemos jodido, pero bien”. Si tenemos en cuenta que la última vez que nuestro planeta experimentó una pérdida tan elevada de especies fue cuando hace 66 millones de años un asteroide chocó contra la tierra (al que se le atribuye a la desaparición de los dinosaurios), muy bien no lo hemos hecho. Entonces, ¿qué debemos hacer?
Por suerte, en el IPBES no ven bien lo de aniquilar a la mitad de la humanidad como propone Thanos (encontrar las gemas del infinito lleva su tiempo, un tiempo que no tenemos). Básicamente, nos proponen implementar políticas medioambientales más proactivas y realistas, promoviendo la producción sostenible de alimento y otros recursos, además de concretar esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de que estas medidas podrían ser más concretas (en el informe lo son un poco más, pero no demasiado), sí que dejan clara una cosa, y es que, sin una acción drástica, decidida y casi inmediata, la cosa no pinta muy bien ni para una buena parte de la biodiversidad que campa por la Tierra, ni para los seres humanos que habitamos en ella.
Referencia:
Díaz, S., Settele, J., Brondízio, E., Ngo, H. T., Guèze, M., Agard, J., Arneth, A., Balvanera, P., Brauman, K, Butchart, S., Chan, K., Garibaldi, L., Ichii, K., Liu, J., Subramanian, S. M., Miloslavich, P., Molnár, Z., Obura, D., Pfaff, A., Polasky, S., Purvis, A., Razzaque, J., Reyers, B., Chowdhury, R. R., Shin, Y.-J., Visseren-Hamakers, I., Willis, K., Zayas, C. (2019). Summary for policymakers of the global assessment report on biodiversity and ecosystem services of the Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services. United Nations: Paris, France, 1-39.
Foto de portada: Viñedo en espaldera recién plantado en La Mancha. Una de las características de la agricultura intensiva consiste en eliminar la vegetación natural, con el consiguiente efecto cascada sobre la fauna. Autor: Félix Picazo.