Investiga, que no es poco

¿Están los cultivos ecológicos realmente libres de insecticidas?

Dada la estricta legislación que regula la agricultura bajo producción ecológica, deberíamos esperar que las zonas donde se practica este tipo de manejo estuvieran libres de plaguicidas. Sin embargo, hoy comprobaremos que no es así, y lo haremos mediante un estudio que muestra que estos compuestos podrían estar mucho más expandidos de lo que se cree, más allá de sus áreas de aplicación.

El trabajo, desarrollado en un país que cuenta con una legislación ambiental bastante restrictiva, como es Suiza, ha evaluado la presencia de insecticidas (neonicotinoides) en suelos y plantas de campos con diferentes sistemas de producción y grado de aplicación: áreas de producción ecológica, integrada y convencional. Los resultados sugieren que la contaminación difusa por insecticidas puede dañar una parte importante de especies beneficiosas que no son objetivo de estos compuestos. Este daño no se limita a los campos donde son aplicados, sino que se esparcen tanto hacia zonas refugio para la biodiversidad como en producción ecológica, en las cuales impiden el control biológico por parte de especies beneficiosas, amenazando el éxito y la expansión de prácticas agrícolas más respetuosas con el medio ambiente. Los autores apuntan la necesidad de reducir urgentemente el uso y abuso de estos insecticidas para no dañar la biodiversidad y los valiosos servicios ecosistémicos que nos ofrecen los agrosistemas.

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Pese al cartel, los pesticidas no entienden de vallas. Foto: Andy Powell (CC BY 2.0)

Neonicotinoides para todos

Los neonicotinoides son los insecticidas más utilizados a nivel mundial. Aunque están principalmente dirigidos a insectos, también muestran cierta toxicidad en otros grupos de organismos. Sin embargo, sigue sin estar claro cómo se movilizan estos compuestos desde las áreas donde se aplican hasta otras zonas. Los autores de este estudio apuntan que los neonicotinoides pueden dispersarse más allá de los campos de cultivo donde se utilizan, bien en forma de polvo mientras se aplican, o bien por la contaminación de semillas procedentes de producción ecológica durante la cadena de comercialización. Esto implica un alto riesgo de afección a otros organismos no objetivo, es decir, especies que en principio no son una amenaza para las cosechas y que proporcionan importantes servicios ecosistémicos, como el de polinización, pero que se ven igualmente dañadas por estos compuestos. Por si esto fuera poco, recientemente se ha demostrado que el uso masivo de neonicotinoides parece estar detrás del síndrome de colapso de las colmenas detectado en algunas especies de polinizadores, el cual está mermando gravemente sus poblaciones a lo largo y ancho del planeta, con el consecuente daño económico al sector agrícola.

En este contexto, los resultados del estudio no son nada alentadores ya que muestran que los neonicotinoides están presentes en prácticamente todas las muestras de vegetación y suelo recogidas, incluyendo campos en producción ecológica. Aunque estas zonas deberían estar completamente libres de plaguicidas, los investigadores detectaron la presencia de estos compuestos en más del 90% de las muestras recogidas. Además, de los 16 lotes de semillas procedentes de producción ecológica analizados, 14 de ellos contenían neonicotinoides. Resaltar, a su vez, que pese a su elevada presencia, las concentraciones de plaguicidas en los campos de producción ecológica e integrada son menores que en los convencionales – al César lo que es del César -.

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Los insecticidas neonicotinoides parecen estar detrás del síndrome de colapso de las colmenas. Foto: Rostichep

Además, el estudio da cuenta de otros hallazgos sorprendentes. Por ejemplo, el compuesto presente en mayor concentración, tanto en plantas como en suelo, fue el imidacloprid, el cual estaba prohibido en la época en se realizaron algunos de los análisis, lo que indica la alta persistencia de estos compuestos incluso años después de su prohibición.

¿Cómo afecta esto a los invertebrados beneficiosos no objetivo?

Dado que los científicos querían ir más allá de la simple detección de los plaguicidas, decidieron estudiar también sus concentraciones para hacerse una idea de la toxicidad de estos insecticidas sobre la fauna asociada a estos cultivos que ejerce una función de control biológico, pues muchas especies son depredadores o parásitos de los organismos que actúan como plagas. Así, realizaron experimentos ecotoxicológicos para 72 especies de invertebrados beneficiosas y 12 que constituyen plagas agrícolas. Simulando condiciones de manejo real, más de un tercio de las poblaciones de invertebrados beneficiosos que viven en la superficie de campos con producción integrada o convencional resultaron estar expuestas a concentraciones letales – que matan a estos organismos-, o subletales – que tienen efectos fisiológicos o reproductivos, pero no matan en primera instancia-. Mientras, en campos ecológicos, la concentración fue mucho más baja y apenas hubo efectos significativos. Un resultado chocante fue que las dosis no resultaron letales (ni siquiera subletales) para ninguna de las especies que son consideradas plagas.

Por lo tanto, su baja efectividad, unida a los daños colaterales que causan estos insecticidas, hace que los autores alerten de que podríamos estar favoreciendo un círculo vicioso que consiste en aplicar plaguicidas que perjudican a los depredadores y parásitos de las plagas que se desea erradicar, por lo que cada vez se necesitan mayores dosis con el consiguiente coste ecológico y económico. Esto debe ser tenido en cuenta en la planificación agrícola, ya que estos organismos beneficiosos están expuestos de forma crónica a varios plaguicidas en suficiente concentración para inducir efectos letales o graves, alterando las cadenas tróficas e importantes servicios como el de polinización. Finalmente, los investigadores destacan que, aunque los experimentos toxicológicos han sido realizados de manera individual para cada compuesto, lo habitual en el campo es encontrarse una mezcla de plaguicidas que pueden tener efectos multiplicadores. Por tanto, los efectos que causan de manera conjunta pueden ser desproporcionadamente mayores que los que causan por separado, de manera que se podría estar infravalorando el daño a los invertebrados beneficiosos para la producción agrícola.

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Los estudios ecotixológicos incluyeron entre otras, a 8 especies de avispillas del género Trichogramma, importantes para el control biológico ya que parasitan los huevos de varios insectos que pueden llegar a ser plaga de los cultivos. Foto: Dr. Victor Fursov (CC BY 4.0).

Artículo completo

Humann‐Guilleminot, S., Binkowski, Ł. J., Jenni, L., Hilke, G., Glauser, G., & Helfenstein, F. (2019). A nation‐wide survey of neonicotinoid insecticides in agricultural land with implications for agri‐environment schemesJournal of Applied Ecology. https://doi.org/10.1111/1365-2664.13392.

Entrada escrita por Daniel Bruno, Félix Picazo y Tano Gutiérrez