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Alimentación sostenible: tecnología, desperdicio y dieta

Nuestro compañero Pablo Rodríguez Lozano nos trae una nueva entrada del número especial sobre alimentación y medio ambiente. En ella se resume un artículo publicado en la revista Nature en 2018, el cual nos muestra cómo una mejora tecnológica en la agroindustria no sería suficiente para que la producción de alimentos sea sostenible. Además, confirma que la reducción del consumo de carne o del desperdicio de alimentos tampoco serían suficientes si se aplican de manera aislada. El estudio concluye que solo una combinación de las tres medidas podría reducir los impactos de la producción de alimentos a niveles ambientalmente sostenibles.

Mejora tecnológica, consumo de carne y desperdicio de alimentos

Como ya adelantamos en la entrada anterior, el impacto ambiental derivado de la producción de alimentos se está incrementando debido al crecimiento de la población mundial y a los cambios en la alimentación. Si bien el post anterior se centraba en la emisión de gases de efecto invernadero derivados de la producción de alimentos, este artículo va más allá y analiza otro tipo de impactos derivados de la transformación de los usos del suelo para cultivos, el uso de agua dulce para la producción de alimentos y la aplicación de nitrógeno y fósforo para fertilizar las tierras. El estudio se pregunta qué debemos hacer para mantener la producción de alimentos dentro de los límites biofísicos del planeta, para lo que analiza tres posibles soluciones: mejora tecnológica, cambios en la dieta que reduzcan el consumo de carne y reducción del desperdicio de alimentos.

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Tractor con sembradora sobre un monocultivo de cereal en La Rioja (España). Autor: Raúl Hernández González, CC BY 2.0, en wikimedia commons.

La primera solución consiste en la mejora tecnológica de la agroindustria contemplando dos posibles niveles de implementación, de ambición media y alta. La segunda solución radica en la disminución del desperdicio de alimentos. Según el último informe del IPCC, el 25-30% de los alimentos que se producen no son aprovechados. El artículo plantea dos niveles de implementación, el primero con una reducción del desperdicio de alimentos en un 50% y otro más ambicioso llegando hasta el 75%. La tercera vía planteada es un cambio en la dieta hacia otras más saludables que contengan menos productos cárnicos. Igualmente, se generan dos posibilidades de implementación: una dieta basada en las guías alimentarias oficiales de gobiernos y organismos internacionales (en el que el consumo de carne roja es menor a 300 gramos semanales) y una dieta más sostenible, flexitariana, que incluye cantidades más moderadas de productos animales.

Filete de carne de vacuno. Foto: Tom Wieden (Pixabay)

La principal conclusión del estudio es que ninguna de las tres medidas – mejora tecnológica, cambios en la dieta y reducción en el desperdicio de alimentos -, en cualquiera de sus dos niveles de aplicación, es suficiente por sí misma para mantener la producción de alimentos dentro de los límites biofísicos del planeta. Por lo tanto, necesitamos aplicar las tres vías de manera simultánea para mitigar el impacto ambiental de la producción de alimentos.

Un menor consumo de carne es indispensable para luchar contra el cambio climático

La mejora tecnológica, aunque insuficiente por sí misma, es la vía más prometedora para reducir los impactos de la producción de alimentos en términos de superficie de suelo ocupada para cultivos, consumo de agua dulce y uso de fertilizantes con nitrógeno y fósforo. Sin embargo, el papel de los avances tecnológicos en la reducción de los gases de efecto invernadero emitidos por la agroindustria es muy limitado. El estudio cuantitativo muestra que para reducir el impacto de la producción de alimentos sobre el clima planetario es indispensable un cambio ambicioso en nuestra dieta.

Los resultados evidencian que seguir la dieta recomendada por las guías alimentarias es insuficiente, incluso combinada con los escenarios de ambición alta de mejora tecnológica y reducción de desperdicio de alimentos. De hecho, la dieta flexitariana como medida única, sin combinarse con ninguna otra, es más efectiva para la reducción de los gases de efecto invernadero que el resto de medidas combinadas.

 

Artículo completo

Springmann M, M Clark, D Mason-D’Croz, K Wiebe, BL Bodirsky, L Lassaletta, W De Vries, SJ Vermeulen, M Herrero, KM Carlson, M Jonell, M Troell, F DeClerck, LJ Gordon, R Zurayk, P Scarborough, M Rayner, B Loken, J Fanzo, HCJ Godfray, D Tilman, J Rockström, & W Willett. 2018. Options for keeping the food system within environmental limits. Nature, 562: 519–525.

 

Foto de portada: Robots industriales encargados del empaquetado de pan y tostadas en una fábrica de Alemania.