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El significado de ser 100% renovable

Al calor del proyecto “Ecomandanga”, el ingeniero Luis Priegue se ha animado a compartir una reflexión general sobre el mundo de la energía y de las energías renovables en particular. Luis Priegue es doctor por la Universidad de Cardiff y basó su tesis en el estudio y desarrollo de turbinas para aprovechar la energía de las mareas. Actualmente trabaja en Welsh Water, la empresa proveedora de agua para toda Gales, en tareas relacionadas con energías renovables y protección ambiental. Con vosotros, Luis Priegue.

Luis Priegue Molinos, doctor-ingeniero y analista energético en Welsh Waters (Reino Unido).

La idea de esta entrada surgió a raíz de escuchar una de las frases más manidas que se pueden leer en los medios de comunicación: “convertirse en un país 100% renovable” o declaraciones por el estilo. Este tipo de objetivo puede parecer fácil de interpretar, pero en el fondo es un concepto con muchos matices.

En primer lugar, tenemos que distinguir entre las distintas fuentes de energía que utilizamos para producir electricidad respecto al total de energía total que consumimos, que incluye además la relacionada con transporte, calefacción o procesos industriales. Esto supone un consumo mucho mayor y más variado de energía. Cuando hablamos de producción eléctrica – recordemos que es solo una parte del total-, la producción renovable se puede incorporar fácilmente a la red. Sin embargo, resulta más difícil usarla en otras actividades como el transporte (pensad en barcos o aviones) o ciertos procesos industriales. Así, mientras que una cuarta parte de la electricidad se genera a partir de energía renovable (24%), cuando nos referimos al total de energía consumida, las renovables solo cubren alrededor de un 14%, mientras que petróleo, carbón, gas natural y uranio representan el 86%.

Lo segundo es analizar el potencial mundial de producción de energías renovables, que actualmente no es tan grande como el de las energías fósiles. Algunos estudios hablan de que las renovables podrían cubrir entre un 30-40% de la producción total de energía actual, en el mejor escenario (ejemplo para eólica y podcast sobre el tema), si bien es cierto que estas tecnologías están en continua evolución y no es descartable que estos porcentajes aumenten en el futuro.

Teniendo en mente estas limitaciones, veamos los distintos modelos energéticos que se están adoptando para implementar la producción energética basada en renovables.

Parque eólico. Foto: Leaflet. CC BY-SA 3.0

¿Qué sucede cuando no hace ni viento ni sol?

Ésta es la pregunta principal detrás de la energía eólica y solar. Veamos qué modelos de generación de energía hay en la actualidad en lugares donde la energía renovable tiene un papel fundamental:

Países como Alemania (40% renovables, 47% combustibles fósiles, 12% nuclear en 2019) o Reino Unido (37% Renovables, 46% combustibles fósiles, 17% nuclear en 2019) han adoptado un modelo de energías renovables con apoyo de centrales térmicas de carbón. Aunque no soluciona el problema por completo, las emisiones se han reducido bastante y se podría reducir mucho más utilizando sistemas de captura de CO2. Aun así, este modelo seguiría emitiendo importantes cantidades de gases contaminantes y de efecto invernadero.

Francia (19% renovables, 9% combustibles fósiles, 72% nucleares en 2017) en cambio, ha apostado por un modelo basado en energía nuclear con apoyo de energías renovables. A muy corto plazo, podría ser la solución “menos mala” para atacar la crisis climática. El problema gordo surge a medio plazo, ya que la gestión de la seguridad de las plantas y residuos nucleares derivaría en un gran peligro ambiental, tanto para humanos como para los ecosistemas. Además, el uranio es también un recurso no renovable que podría escasear en el futuro.

Un modelo basado en energías renovables y almacenamiento o conversión de la energía sobrante. Ésta sería la solución ideal, pero actualmente solo es posible en países con unas características muy determinadas. Por ejemplo, Costa Rica (99% renovables, 1% combustibles fósiles en 2019) tiene un potencial hidroeléctrico enorme, una baja densidad de población y una demanda energética menor que otros países, características ideales que permiten evitar el uso de combustibles fósiles y/o energía nuclear.

Retos tecnológicos actuales en la producción y almacenamiento de energía renovable

Combustibles sostenibles. Existen varios métodos para convertir el exceso de energía en combustibles sostenibles como el hidrógeno. Un buen ejemplo es la importante cantidad de proyectos que buscar transformar la energía solar y eólica en hidrógeno. Estos fueles se podrían usar directamente tanto para la automoción (semejante a los coches eléctricos, pero utilizando pilas de hidrógeno), como  para la generación de calor en hogares y procesos industriales, o para generar indirectamente electricidad.  También es muy interesante el uso de hidrógeno como forma de almacenamiento de energía, una especie de batería en forma de tanque de hidrógeno, dispuesto a ser convertido en energía cuando fuese necesario. Aunque en este momento la eficiencia de estas tecnologías todavía no es brillante, siempre será un escenario más favorable que derrochar energía renovable.

El coche Rasa, de RiverSimple, circula solamente con hidrógeno. Coche en construcción en Gales, Reino Unido. Fuente: http://www.riversimple.com

Baterías. El mundo de las energías renovables lleva esperando una mejora sustancial en el desarrollo de esta tecnología durante prácticamente una década. Por desgracia, la batería de gran capacidad todavía no se ha desarrollado lo suficiente y, a día de hoy, no se puede pensar en ellas como una solución práctica para almacenar electricidad a gran escala. Sin embargo, si el gran salto tecnológico llegase en los siguientes 3-5 años, podría transformar el mundo actual y suponer un paso de gigante para vivir en un mundo más sostenible. Desgraciadamente, por ahora no podemos contar con este avance y debemos de ser cautos con su posible desarrollo. Además, debemos de considerar que la producción y gestión de baterías tiene un impacto ambiental elevado.

Mirando más allá de las energías renovables

A modo de conclusión, desarrollar un sistema de generación de energía social y ambientalmente sostenibles en un corto periodo de tiempo constituye un gran desafío –aunque también una necesidad– para instituciones y sociedad civil, e implicará decisiones e inversiones de fuerte calado.

Al mismo tiempo, la clave de un modelo más sostenible para el planeta la tenemos nosotros, los ciudadanos. Una primera medida sería exigir la reducción drástica del consumo de electricidad y combustibles fósiles en los países del (mal llamado) primer mundo y la implementación de energías renovables en todo su potencial. Con estas medidas se podría frenar una gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero actuales, pero seguirían siendo insuficientes para frenar la crisis climática. La implantación de tecnología ambiental y el decrecimiento energético habría que acompañarlos con otras estrategias más ambiciosas relacionadas con nuestros hábitos de vida, consumo y alimentación – por ejemplo, consumiendo mucha menos carne y evitando el desperdicio de alimentos, ya que la producción de alimentos es una de las industrias más contaminantes y que más contribuye al cambio climático.

¿Seremos capaces de conseguirlo de este modo? Si continuamos leyendo Ecomandanga, seguro que sí.