Hoy nos inspira

Capítulo III: El día a día en una base antártica

Diario de a bordo, 15 de marzo de 2024

La Expedición Antártida Española sigue su curso y ya ha completado los primeros 10 días de trabajo de campo. El tiempo ha permitido la navegación y el trabajo de campo ha avanzado mucho. Ahora se afronta la fase final de la expedición, y ya comienzan a preparar las muestras para su envío de vuelta a España a bordo del Hespérides.

Hoy os contaremos cómo es el día a día en la Base Antártica Española y los progresos de RockEaters, de manos de Rebeca Arias y Asunción de los Ríos. Podéis seguir las aventuras de RockEaters en su blog.

Los fascinantes paisajes de la Antártida. Foto: Rebeca Arias.

El día a día en la Base Antártica Española

Normalmente, nos levantamos sobre las 7.30. Los horarios están muy marcados. El horario de desayuno es de 8:00 a 8:30 y no se puede llegar tarde, porque te quedas sin desayunar. A las 8:30 hay una reunión técnica para organizar el trabajo de campo, que se verifica con la gente de AEMET para garantizar su viabilidad. Después, vamos al módulo de náutica y nos ponemos los trajes que usamos para hacer el trabajo de campo en la Antártida – llamados Vikings-, y que nos protegen ante posibles caídas al mar. Con estos trajes, podríamos aguantar 6 horas en el agua hasta que nos rescaten.

Rebeca, Asun y otras personas de la Expedición Antártica Española en la zodiac con los trajes protectores. Foto: Expedición Antártica Española.

Entre las bases antárticas de los distintos países hay mucho compañerismo. Por ejemplo, nosotras hemos ido de visita a la base búlgara. Se intercambian materiales para el trabajo y también comida, dulces, etc. Cuando fuimos allí, probamos el turrón búlgaro. Este compañerismo es muy fuerte y se traduce en un apoyo constante en el trabajo de campo. Por ejemplo cuando sales en zodiac están atentos por si tienen que ayudarte. Para hacer trayectos largos en lancha, suele hacer falta dos lanchas por motivos de seguridad.

Por las noches, a las 19:30, tenemos una reunión con la gente de AEMET para planificar las actividades del día siguiente. En esta reunión nos informan de cómo serán las condiciones climáticas, si va a llover, si va a haber nieve, si hará mucho frío. También dan información de cómo estará el mar, lo cual condiciona los muestreos. En la Antártida hay un efecto, conocido como brash, que consiste en la acumulación de pequeños icebergs por la costa debido al viento, y que puede complicar mucho la navegación. Además, a la hora de desembarcar, siempre accedemos por zonas de roquedos, por lo que también hay que vigilar el oleaje y el mar de fondo. Debido al peligro que supondría caer a un mar tan gélido, no se asumen riesgos y, por lo tanto, si no hay condiciones óptimas para navegar o desembarcar, no se sale. No se hace ninguna actividad si las condiciones climáticas no son favorables.

Después cenamos y tenemos un rato de ocio, donde se disfruta de juegos de mesa y de películas. Hay muy buen rollo. Como curiosidad, decir que las Rockeaters nos hemos hecho las reinas de las cartas. Somos invencibles al mus. Y Asun, además, gana siempre al póker. También se habla de ciencia. El espíritu antártico es que todos vayamos a una.

Rockeaters va viento en popa

El proyecto Rockeaters está cumpliendo todos sus retos. Con dos días más de muestreo tendríamos todas las muestras, seguramente terminemos el sábado. Va viento en popa, pero viento en popa de zodiac. Hemos ido a bastantes sitios que están alejados de la base, pero siempre en lancha. Lo que nos queda por muestrear son las zonas cercanas a la base española.

Como el tiempo ha sido favorable, hemos podido hacer mucho trabajo de campo desplazándonos en zodiac. Aquí es difícil ir caminando a los sitios, por lo que necesitamos que nos acerquen en zodiac. En los frentes glaciares hemos recogido rocas con distinto grado de colonización y que se ven afectadas por las corrientes de deshielo.

Nosotras vamos sobre todo a zonas deglaciadas. Entonces, lo que hemos estado muestreando son las terminaciones de distintos brazos del glaciar. Uno de ellos es Caleta Argentina. Otro es Sally Rocks. Hemos estudiado bahías de la zona sur y también de la Bahía Escondida.

Zonas deglaciadas con pequeños arroyos. Foto: RockEaters.

Lo que hemos observado es que en Sally Rocks se están incrementando los arroyos procedentes del deshielo y, por lo tanto, la colonización de las rocas por bacterias, musgos y líquenes podría verse afectada. Nosotras, martillo y cincel en mano, vamos partiendo las rocas en trocitos muy pequeños y nos las vamos trayendo al microscopio. Cogemos rocas que están en distintas condiciones ambientales, en zonas más o menos afectadas por las corrientes del glaciar, para analizar qué cambios están sucediendo en el proceso de colonización de las rocas.

Asun y Rebeca recogiendo muestras de rocas en la Antártida. Foto: RockEaters.

Gracias a que la base española tiene unos laboratorios nuevos y muy bien equipados, podemos hacer una primera visualización de las muestras para identificar los organismos que colonizan las rocas. Estas muestras también las procesamos para estudiarlas con más detalle en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid (MNCN) a través de dos aproximaciones. Primero, para conocer con exactitud qué organismos están colonizando estas rocas, realizaremos una secuenciación del ADN presente, centrándonos en bacterias, hongos y microalgas. Segundo, gracias al servicio de microscopía electrónica del MNCN, vamos estudiar cómo interaccionan estos microorganismos con los minerales de la roca. Estas técnicas son pioneras y se realizan en muy pocos grupos de investigación. La novedad está en la combinación de estas dos aproximaciones.

Rebeca Arias en una zona de brash. Foto: RockEaters.

La próxima semana aprovecharemos para comenzar con el trabajo de laboratorio con vistas a llevarnos el menor volumen de muestra posible, ya que tendrán que ser congeladas y transportadas en barco a España a través del Hespérides y el espacio es limitado. Cuanto mejor preparado y preservado esté el material, mejor aguanta, ya que tardará varios meses en llegar a España.

Texto transcrito por Tano Gutiérrez Cánovas y editado por Dani Bruno y Félix Picazo.