Investiga, que no es poco

La intensificación de la agricultura está reduciendo las poblaciones de aves europeas

Hoy le damos difusión a un trabajo publicado recientemente en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA (PNAS) que muestra cómo las prácticas relacionadas con la intensificación agrícola están causando un descenso dramático en las poblaciones de aves a lo largo y ancho de Europa.

La actividad humana provoca impactos de muy diversa índole sobre la biodiversidad y, en un buen número de casos, estos impactos no son compatibles con la supervivencia a largo plazo de las poblaciones de ciertas especies. Si nos enfocamos en las aves, es un hecho contrastado que las poblaciones europeas de muchas especies vienen sufriendo un importante declive desde hace décadas (estudio). Sin embargo, todavía no disponemos de una cuantificación precisa del efecto directo que cada tipo de presión humana ejerce sobre este descenso poblacional. Y es que no resulta sencillo relacionar las presiones humanas con las diferentes respuestas que muestran las aves, ya que cada tipo de impacto actúa en lugares y momentos distintos. Por ejemplo, la urbanización de un área natural puede eliminar de forma inmediata poblaciones de especies de aves, mientras que los pesticidas pueden reducir los efectivos poblacionales al causar impactos en la capacidad reproductiva a medio o largo plazo.

¿Cómo está afectando la actividad humana a las tendencias poblacionales de las aves europeas?

Mediante la recopilación de la mayor base de datos sobre aves de Europa disponible hasta la fecha, consistente en series temporales que abarcan las últimas 3 décadas con las tendencias poblacionales de 170 especies de aves comunes en 28 países, los autores evalúan el impacto que tienen sobre dichas tendencias poblacionales 4 tipos de presiones humanas: la intensificación de la agricultura, los cambios en la cubierta forestal, la urbanización y el cambio de temperatura. De esta manera, además de cuantificar la importancia de cada tipo de presión y su importancia relativa respecto a otras presiones, los autores también identifican los rasgos que comparten las especies que muestran un mayor declive poblacional.

Grupo de avutardas en la llanura manchega. Autor: Félix Picazo.

Los resultados muestran que la intensificación de la agricultura, y en particular el uso de pesticidas y fertilizantes, es la presión que ejerce una mayor influencia sobre buena parte de los descensos poblacionales observados para las distintas especies, pero especialmente para aquellas que tienen una dieta a base de invertebrados. Por el contrario, el resto de presiones causan impactos que varían de una especie a otra, aunque en algunos casos sí que se observan tendencias generales. Por ejemplo, el aumento de la superficie forestal tiene un efecto mayoritariamente positivo, mientras que el aumento de la urbanización afecta negativamente a las dinámicas poblacionales de muchas especies. El cambio climático tuvo efectos más complejos y heterogéneos, ya que incide sobre las dinámicas de muchas poblaciones, y su magnitud y dirección dependen en gran medida de las preferencias térmicas de las distintas especies. Hablando de cifras concretas, las poblaciones de aves comunes han caído en Europa un 25% entre 1980 y 2016. Pero este declive no se distribuye de manera equitativa entre los diferentes grupos de especies. Las que más caen son las aves ligadas a medios agrícolas, con unas dramáticas cifras que llegan al 57% de reducción poblacional para este mismo periodo de 36 años, frente a los descensos del 17% y el 28% observados para aves ligadas a ambientes forestales y medios urbanos, respectivamente. Llama también la atención que mientras que las aves que tienen preferencias por ambientes fríos han caído un 40%, las que tienen preferencia por ambientes cálidos lo han hecho un 18%. En este sentido, es pertinente puntualizar que, muchas veces, los efectos de estas presiones no se manifiestan de manera individual, sino que actúan de manera combinada, dando lugar a lo que se conoce como interacciones que, en ocasiones tienen efectos sinérgicos. Es decir, el impacto causado por la combinación de dos presiones es mayor que la suma del impacto individual de cada presión. Por ejemplo, los efectos del cambio climático suelen interaccionar con los asociados a otras presiones.

La intensificación agrícola, en el punto de mira

En cuanto al efecto de la intensificación agrícola, hay bastante evidencia científica sobre los mecanismos por los cuales estas prácticas acaban causando un descenso poblacional en las especies de aves ligadas a estos medios. Dado que muchas de estas aves anidan en el suelo, se han realizado experimentos que demuestran que la aplicación de herbicidas y fungicidas sobre los huevos en las dosis que suelen usar en los cultivos incrementa la mortalidad de pollos. Por ejemplo, en el caso de la perdiz roja, la mortalidad de pollos aumenta un 25% en respuesta a estos agroquímicos (artículo). Otros estudios, también centrados en la emblemática perdiz roja, han concluido que la ingesta de semillas tratadas con fungicida, previamente a la siembra, causan un retraso de hasta 14 días en el inicio de la puesta (estudio), reducen la tasa de eclosión hasta en un 23% y resultan en tamaños de la nidada de hasta 1,5 veces menores (artículo). Y es que, en otro estudio donde se han examinado la molleja y el buche de 194 perdices salvajes, se ha comprobado que las semillas constituyen más del 50% de la biomasa fresca que ingieren las perdices durante la época de siembra.  Dicho estudio también constata que los cereales de invierno son el recurso más consumido (hasta un 42% de la biomasa ingerida), habiéndose localizado residuos de hasta 7 tipos de fungicida y un insecticida en un tercio de las perdices examinadas. A esto habría que sumar, además, el efecto que el mero cambio de los usos del suelo tiene sobre el hábitat de las comunidades de aves ligadas a medios agrícolas, por ejemplo, mediante la puesta en regadío, la plantación a mayores densidades, la sustitución de cultivos herbáceos por leñosos o la pérdida de superficie de barbecho, entre otros (estudio 1, estudio 2, estudio 3).

Viñedo en espaldera recién plantado en la llanura manchega. Autor: Félix Picazo.

Se da la circunstancia, además, de que estos efectos negativos que tienen las prácticas ligadas a la agricultura intensiva sobre las poblaciones de aves retroalimentan una serie de mecanismos que disminuyen la rentabilidad de las explotaciones agrarias. Por ejemplo, un estudio reciente ha demostrado que la presencia de aves salvajes en los campos agrícolas disminuye la abundancia de plagas y, por tanto, los daños de estas sobre los cultivos, resultando finalmente en un incremento del rendimiento de las cosechas.

Así pues, estos resultados confirman, por un lado, los dramáticos y extensos efectos que las presiones humanas tienen sobre las aves y, por otro lado, cuantifican la fuerza relativa de cada tipo de impacto, señalando la necesidad urgente de realizar cambios de calado en la forma en la que nos relacionamos con el medio que nos rodea si es que queremos que las poblaciones de aves tengan alguna oportunidad de recuperarse y subsistir en un futuro cercano.

Finalmente, este estudio aporta información muy valiosa en relación con el mayor reto político y técnico al que se enfrenta la Política Agraria Común europea (la famosa PAC): compatibilizar la alta productividad de la agricultura intensiva con la protección de las especies que habitan estos medios. Por lo tanto, estos resultados son de gran interés para responsables políticos, gestores, científicos y el público en general preocupado por la biodiversidad y el cambio global.

Artículo completo:

Rigal S. et al. (2023). Farmland practices are driving bird population decline across Europe. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 120: e2216573120. Doi: 10.1073/pnas.2216573210.

Autor: Félix Picazo. Edición: Dani Bruno y Tano Gutiérrez.