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Juan Manuel Ruiz: las praderas submarinas y su importancia en el Mar Menor

Juan Manuel Ruiz Fernández es uno de los investigadores más activos en el estudio del Mar Menor. El año pasado, un informe coordinado por su equipo de trabajo y la asociación ANSE alertaba de que el Mar Menor había perdido el 85% de sus praderas submarinas. Desde entonces, saltaron las alarmas y se están buscando soluciones para recuperar la salud de esta laguna costera.

Juanma, instalado en el Instituto Español de Oceanografía (IEO) desde 2004, hizo su tesis doctoral en la Universidad de Murcia, estudiando el efecto de presiones humanas, como la acuicultura o los puertos, sobre los ecosistemas marinos. También trabajó en la Universidad de Barcelona, hasta que desembarcó en el centro que el IEO tiene en San Pedro del Pinatar para crear su propio grupo de investigación. Actualmente, su trabajo se centra en el estudio de las praderas submarinas y su respuesta a las presiones humanas.

Juan Manuel Ruiz Fernández

Desde Ecomandanga le solicitamos una entrevista y hace unos días tuvimos la suerte de poder charlar con él en Barcelona para que nos cuente de primera mano la problemática del Mar Menor.

Buenos días, Juanma. Empezaré por con una pregunta directa: ¿cuál es la importancia de las praderas submarinas en los ecosistemas acuáticos?

¡Buenos días! Las praderas submarinas son una pieza clave en los ecosistemas marinos donde dominan. Son tan importantes como los arrecifes de coral o los bosques. En realidad, serían como las praderas o bosques terrestres pero sumergidos, aportando un gran número de funciones que mantienen la biodiversidad y que proporcionan servicios valiosos para el ser humano como la producción de oxígeno o la regulación de gases de efecto invernadero [recordamos al lector que recientemente publicamos una noticia donde se destacaba la capacidad de las praderas submarinas para eliminar patógenos del agua].

Juan Manuel Ruiz y colaboradores investigando las praderas submarinas del Mar Menor (Foto: Juan Manuel Ruiz).

«En los años 70, con la apertura del canal del Estacio para conectar por barco la laguna con el Mar Mediterráneo, las condiciones de la laguna se suavizaron, haciéndose similares a las del Mar Mediterráneo. Este proceso se conoce como mediterraneización«

¿Y en el Mar Menor?

Aunque la presencia y extensión de praderas submarinas en el Mar Menor haya variado mucho en los últimos 60-70 años, siempre han sido fundamentales. Es decir, su importancia ha variado en términos cuantitativos pero no cualitativos. Antiguamente, en los años 50-60, el Mar Menor tenía unas condiciones de salinidad y temperatura mucho más extremas que las que tiene hoy. De hecho, la salinidad se ha reducido desde los 70 gramos de sal por litro de agua (g/L) a los 45 g/L actuales (recordemos que la salinidad del Mar Mediterráneo es de unos 36-39 g/L). Las temperaturas de invierno eran más frías y las de verano más cálidas que en mar abierto, debido a su aislamiento del Mar Mediterráneo. Por ese motivo, sólo unas pocas especies podían tolerar esas condiciones y las praderas se encontraban muy reducidas en tamaño y diversidad. Sin embargo, en los años 70, con la apertura del canal del Estacio para conectar por barco la laguna con el Mar Mediterráneo, las condiciones de la laguna se suavizaron, haciéndose similares a las del Mar Mediterráneo. Este proceso se conoce como mediterraneización.

Evolucion histórica de las praderas del Mar Menor. Reconstrucción hecha por Lloret et al. usando mapas de base de Lozano (1954) y Pérez-Ruzafa et al., (2009)

¿Qué pasó a partir de entonces en el Mar Menor?

Desde entonces, el Mar Menor se empieza a transformar drásticamente: pasamos de un fondo escaso en vegetación a un fondo casi cubierto por vegetación submarina. Antes de los 70, las praderas del Mar Menor se encontraban principalmente en las zonas someras de la laguna y estaban dominadas por Cymodocea nodosa, una fanerógama marina (las fanerógamas son las plantas que producen semillas). Cymodocea es una especie de “césped” submarino que crece a partir de rizomas. Es muy tolerante a la salinidad y a la radiación solar, y menos a la oscuridad, por eso aparece más desarrollada en las zonas poco profundas del Mar Menor. La mediterraneización y los cambios asociados en la temperatura y salinidad de la laguna, causaron que el alga Caulerpa prolifera, que ocupaba espacios marginales debido a que es menos tolerante a altas salinidades, ampliara muchísimo su distribución, cubriendo las zonas arenosas y fangosas más profundas del Mar Menor (donde Cymodocea no ocupaba todo el espacio) debido a su mayor tolerancia a la falta de luz. Al principio se percibió como un cambio muy negativo porque se pensaba que podría alterar el ecosistema desplazando a Cymodocea, pero luego se ha visto que no es exactamente así.

Cartografía de las praderas submarinas del Mar Menor en 2014 y 2016. (Fuente: IEO y ANSE).

«A pesar del aumento de los nutrientes, la salud del Mar Menor no empeoró gracias a la presencia de las praderas submarinas. Cymodocea y Caulerpa han contribuido a evitar la eutrofización gracias a sus efectos positivos en el control del carbono y los nutrientes»

Se habla mucho de la influencia de la agricultura intensiva en el Mar Menor. Sin embargo, pese a la intensificación agrícola del Campo de Cartagena, la concentración de nutrientes en el Mar Menor se mantenía en niveles bajos. ¿Nos podrías explicar cómo pudo mantenerse estable?

A partir de los años 80, el Mar Menor experimentó otra amenaza importante. El comienzo de la agricultura intensiva en el Campo de Cartagena supuso la entrada de ingentes cantidades de nutrientes y materia orgánica a la laguna [recordemos que la entrada excesiva de nutrientes en una laguna puede causar su deterioro por eutrofización, que es un crecimiento masivo de algas que daña el ecosistema]. Sin embargo, a pesar del aumento de los nutrientes, la salud del Mar Menor no empeoró gracias a la presencia de las praderas submarinas. Cymodocea y Caulerpa han contribuido a evitar la eutrofización gracias a sus efectos positivos en el control del carbono y los nutrientes. Desde entonces, distintos trabajos científicos han demostrado que estas praderas son capaces de fijar grandes cantidades de nutrientes. Por lo tanto, se empezó a percibir el papel positivo de la vegetación submarina, incluida Caulerpa [pese a la importancia demostrada de las praderas, no existía una información exhaustiva de su distribución en el Mar Menor. Por este motivo, en 2014, Juanma y su equipo, en colaboración con la Asociación de Naturalistas del Sureste-ANSE, se lanzaron a realizar la primera cartografía exhaustiva de las praderas del Mar Menor. Los resultados de este proyecto, financiado por la Fundación Biodiversidad, servirían como referencia en años futuros].

Verano de 2015. El Mar menor se pone verde. De repente, saltan todas las alarmas. ¿Qué ocurrió?

Si recordamos, durante julio y agosto de 2015 sufrimos una intensa ola de calor. Esta combinación de factores como la mediterraneización, la entrada de nutrientes debido a la agricultura intensiva, las altas temperaturas y quizás otros factores que no tengamos controlados, fueron los causantes de una explosión sin precedentes de fitoplancton (algas microscópicas flotantes), que aumentó la turbidez del agua hasta convertirla en una “sopa verde”. Esta abundancia inusual de fitoplancton se prolongó durante el otoño y la primavera siguientes. Durante muchos meses, las praderas submarinas recibieron muy poca luz, muy por debajo de la necesaria para realizar la fotosíntesis, y esto pudo causarles graves daños [Juanma nos cuenta que numerosos experimentos realizados durante los últimos años han demostrado que la falta de luz intermitente o continuada puede acabar destruyendo las praderas submarinas]. Sería lo equivalente a una hambruna. En esas condiciones de luz, no pueden generar la energía necesaria para sobrevivir y empiezan a agotar sus reservas energéticas hasta morir. Por ello, en 2016, pensamos que era el momento idóneo para hacer un segundo muestreo sistemático de estas praderas y comprobar lo que había ocurrido respecto a 2014. Los resultados fueron contundentes: había desaparecido el 85% de las praderas submarinas, sobreviviendo sólo en el perímetro costero más somero donde todavía recibían luz. El Mar Menor había entrado en otra fase.

«Los sistemas complejos, antes de caer al abismo muestran pequeños cambios lineales a lo largo del tiempo, y un día, coinciden varios factores inusuales o extremos, y se producen cambios drásticos y difíciles de revertir. Los ecosistemas tienen un límite»

[Comentamos con Juanma que los sistemas complejos que están sometidos a varios estresores (mediterraneización, aumento de nutrientes, …) pueden no responder de manera inmediata a estas presiones humanas debido a su capacidad para amortiguar impactos, pero su vulnerabilidad frente a futuros cambios se incrementa (por ejemplo, el cambio climático favorecerá los eventos extremos como olas de calor). Haciendo una analogía, sería parecido a una persona que se alimenta mal y que fuma mucho, pero que su salud no muestra síntomas graves de deterioro. Sin embargo, un día, un simple golpe de calor u otra situación extrema podría costarle la vida, debido a que tabaco y mala dieta le habían debilitado]. ¡Exacto! [exclama Juanma]. Hasta hace poco, las personas que estudiamos el Mar Menor nos preguntábamos cómo había aguantado sin mostrar grandes cambios pese al alto nivel de presiones que soportaba. Los sistemas complejos, antes de “caer al abismo” muestran pequeños cambios lineales a lo largo del tiempo y, un día, coinciden varios factores inusuales o extremos, y se producen cambios drásticos y difíciles de revertir. Los ecosistemas tienen un límite.

Investigadores del IEO muestreando las praderas submarinas. Foto: Juan Manuel Ruiz.

«Los nutrientes del Mar Menor siguen estando por las nubes. Es decir, siguen estando los elementos que pueden desatar un nuevo pico de fitoplancton»

Según parece, el agua del Mar Menor ha mejorado recientemente, y parece que el fitoplancton ha descendido. ¿Qué ha pasado? ¿Tiene futuro el Mar Menor?

Que el agua se vea transparente no garantiza nada, no es un indicador de buena salud por sí solo. Por alguna razón, el desarrollo de fitoplancton se ha inhibido. Posiblemente, controlado por el zooplancton (animales microscópicos que flotan en la columna de agua), ya que se alimenta de estas algas microscópicas. Algo muy parecido a lo que ocurría en los 90. Sin embargo, los nutrientes del Mar Menor siguen estando por las nubes. Es decir, siguen estando los elementos que pueden desatar un nuevo pico de fitoplancton. Aunque sabemos que los nutrientes son una pieza clave, todavía no sabemos con certeza qué combinación de factores son los que desatan los picos de fitoplancton. Desgraciadamente, cuando empiezas a investigar todo esto en profundidad, te das cuenta que no conocemos el Mar Menor tan bien como creemos. No hay batimetrías oficiales, ni mapas de los movimientos hidrodinámicos en la laguna y tampoco tenemos, lo cual es todavía más preocupante, cifras fiables del flujo sub-superficial de nutrientes desde el Campo de Cartagena hasta el Mar Menor. Necesitamos una mayor coordinación y debate entre científicos y Administración a la hora de investigar el Mar Menor. Queda mucho por hacer.

«Hay que reducir la entrada de nutrientes. ¿Y cuál es la fuente principal de nutrientes? La agricultura y, en menor medida, las aguas residuales urbanas»

Se ha hablado de soluciones como el cierre de vertidos, los filtros verdes o incluso de aumentar la conexión con el Mar Mediterráneo ¿cuál es la solución del Mar Menor?

La solución hay que buscarla en lo que genera el problema: los nutrientes. Esto está clarísimo. Hay que reducir la entrada de nutrientes. ¿Y cuál es la fuente principal de nutrientes? La agricultura y, en menor medida, las aguas residuales urbanas. Todo pasa por saber cuántos nutrientes entran por vía subterránea y regular el sector agrícola. El Mar Menor no se puede recuperar sin un descenso drástico de la entrada de nutrientes [es importante recordar al lector que, actualmente, la Administración ha fijado el foco en el llamado Plan de vertido cero, que pretende eliminar los vertidos de desaladoras a la laguna. Sin embargo, buena parte de las aguas podrían estar entrando por vía subterránea y es poco probable que el plan de vertido cero tenga un efecto perceptible inmediato en la salud del Mar Menor]. Las medidas amortiguadoras, como los filtros verdes, solo tendrían sentido en un contexto de entradas de nutrientes reducidas y de una laguna en mejor estado de salud. Tampoco tiene sentido un plan de restauración, basado en la replantación de las praderas. Es una medida que a los gestores les interesa mucho porque se trata de una acción, una respuesta inmediata, fácilmente perceptible por la población, pero gastarse dinero en eso no tiene mucho sentido mientras permanezcan los factores que desencadenan las explosiones de fitoplancton. En cualquier momento podría darse otro episodio similar y llevar al colapso a las nuevas praderas transplantadas [por otra parte, el investigador del IEO nos sugiere que derivar las aguas contaminadas del Mar Menor al Mediterráneo, como se pretende, podría causar nuevos problemas]. En cuanto a otras medidas que han salido a la palestra, como aumentar el intercambio de agua por las golas (canales que unen Mar Menor y Mediterráneo), además de que muy probablemente llevarían a un aumento en la mediterraneización de la laguna, seguramente causarían impactos en las zonas del Mediterráneo donde entre el agua cargada de nutrientes. Derivar los problemas de un sitio a otro no soluciona nada. Sería desvestir un santo para vestir a otro.

Juanma concluye contundentemente: todo lo que no se ha hecho en 30 años, se tiene que hacer ya.

Muchas gracias Juanma. Ha sido un placer tenerte en Ecomandanga.

Investigadores del IEO muestreando las praderas submarinas. Foto: Juan Manuel Ruiz.

¿Cómo es Juanma?

Comida: gazpacho manchego.
Ciudad favorita: Santiago de Cuba.
Un paisaje: bajo el mar.
Un olor: el de mi bebé.
Un disco / canción: Like a Stone (Audioslave).
Algo que eches de menos: tener tiempo.
Un recuerdo de la infancia: el mordisco de un cisne que me dejó una cicatriz en el pulgar derecho.
Un miedo: la guerra.
Una preocupación: Donald Trump y los delitos de odio.
Una frase/cita: “Como tenía toda la vida por delante, le dispararon por detrás” (Enrique Sánchez Abulí, guionista de cómic).

Entrada escrita por Tano Gutiérrez, Daniel Bruno y Félix Picazo

*Foto portada: pradera mixta de Cymodocea nodosa y Caulerpa prolifera. Autor: José Navarro Leandro

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