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¿Son sostenibles las dietas que nos recomiendan los gobiernos?

Aquí llega la tercera y última entrada del número especial sobre dieta y medio ambiente  que nos está trayendo nuestro colaborador Pablo Rodríguez Lozano. Como ya vimos en posts anteriores (post 1; post 2), la emisión de gases de efecto invernadero derivados de la producción de alimentos se incrementará en un 80% en 2050 con respecto a 2009 si seguimos los patrones y tendencias actuales de alimentación. Sin embargo, existen dietas que podrían ser saludables y sostenibles al mismo tiempo. Los artículos que hoy os presentamos, publicados en las revistas PNAS (2017) y Global Environmental Change (2018), tratan sobre la sostenibilidad ambiental de las guías alimentarias de diferentes países, ¿son realmente sostenibles las dietas recomendadas por nuestros gobiernos? Veámoslo.

La mayoría de guías alimentarias no siguen ningún criterio de sostenibilidad ambiental

Probablemente, todos recordamos la pirámide nutricional que estudiábamos de niños en el colegio. Esa pirámide recoge las principales recomendaciones alimentarias: qué alimentos y en qué cantidad y frecuencia debemos ingerirlos para tener una dieta saludable. Las guías alimentarias de la mayoría de países siguen las recomendaciones publicadas por la Organización Mundial de la Salud, pero existen notables diferencias entre países, no solo con respecto a las dietas recomendadas, sino también en términos de claridad, comprensibilidad y cuantificación.

En el primer estudio que os mostramos, los investigadores revisan las guías alimentarias de 37 países, encontrando que tan solo cuatro de ellos -Suecia, Holanda, Reino Unido y China- tienen en cuenta el factor ambiental y, en los cuatro casos, las menciones al mismo se limitan a sugerir criterios ambientales en la selección de la dieta a nivel personal y aconsejar la reducción del consumo de carne sin dar ningún dato cuantitativo al respecto. Por ejemplo, el gobierno de Reino Unido recomienda claramente consumir “al menos cinco porciones diarias de fruta y verdura”, pero solo aconseja “comer menos carne roja y carne procesada” en general, sin cuantificar esa reducción.

Pirámide nutricional incluida en las Guías Alimentarias para la población española elaborada por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC). Fuente: SENC.

Las guías alimentarias y el cambio climático

Paralelamente, el equipo de investigadores del segundo estudio analiza cómo de sostenibles son las dietas recomendadas por diferentes gobiernos en función de los gases de efecto invernadero emitidos para producir los alimentos recomendados. Para ello, toman como base los gases de efecto invernadero emitidos en la producción de 82 alimentos diferentes, examinando un total de 120 publicaciones científicas. Así, los investigadores comparan las dietas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud y por seis países: Estados Unidos, Canadá, Australia, Alemania, China e India (país con dos guías alimentarias, una vegetariana y otra no vegetariana).

Emisión de gases de efecto invernadero (por persona y año) asociados a la dieta establecida por las guías alimentarias de la Organización Mundial de la Salud, India (vegetariana y no vegetariana), Alemania, Canadá, China, Australia y Estados Unidos. Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Ritchie et al. 2018.

Los resultados muestran una gran variabilidad en la sostenibilidad ambiental entre dietas que se debe, principalmente, a la variación en el consumo de productos de origen animal.  Dentro de esta variabilidad, la dieta recomendada por el gobierno de EE.UU. resultó tener los efectos más negativos sobre el medio ambiente. Por ejemplo, seguir esta dieta implica emitir el doble de gases de efecto invernadero que la dieta no vegetariana de la India (Figura 2). Desgraciadamente, la realidad es aún peor, puesto que la dieta promedio de un estadounidense no es precisamente la recomendada por su gobierno, sino que incluye aún más carne y productos animales, por lo que el impacto real es todavía mayor.

Una de las observaciones más curiosas del estudio es que en todas las dietas analizadas, a excepción de las de India, el consumo de productos animales es considerado indispensable y solo en algunos casos se ofrece la alternativa de sustituir parte de estos productos de origen animal por legumbres. Sin embargo, la perspectiva de las guías alimentarias de India es la opuesta, se parte de una dieta vegetariana y, sobre esa base, se ofrece la posibilidad a los no vegetarianos de sustituir ciertos alimentos por carne o pescado.

Por lo tanto, tal y como adelantamos en la introducción de este número especial, la mayoría de literatura científica apunta en la misma dirección en cuanto a la sostenibilidad de las dietas: la reducción en el consumo de productos de origen animal, en especial carne roja, es indispensable para reducir los efectos del cambio climático. Incrementar la proporción de alimentos de origen vegetal en la dieta tiene un gran impacto positivo en el medio ambiente, el cual aumenta conforme se acerca más a la dieta vegetariana, mostrando su máximo en el caso del veganismo.

 Artículos originales:

*Behrens P, JC Kiefte-de Jong, T Bosker, JFD Rodrigues, A de Koning, A Tukker. 2017. Evaluating the environmental impacts of dietary recommendations. Proceedings of the National Academy of Sciences: 201711889.

**Ritchie H, DS Reay, P Higgins. 2018. The impact of global dietary guidelines on climate change. Global Environmental Change, 49: 46–55.